Asoman el morro por encima del monte Marraxón y enfilan el puente Das Pías. Han dejado atrás, la amplia Terra Chá lucense y la térmica de As Pontes envuelta en unas nubes que se mezclan con el vapor de agua de la central. De pronto, el pasajero asomado a la ventanilla tiene la impresión de que va aterrizar sobre la amplia explanada de Navantia, esos cientos de miles de metros cuadros sobre los que se habla tanto estos días; pero el vuelo no toma tierra sino que sigue a unas decenas de metros de altura sobre la carretera de entrada a Ferrol y se dirige hacia Caranza, marcando incluso la leve curva del puente. Al otro lado de la ría queda atracado un gasero.
Es el vuelo de uno de los aviones que cada día aterriza en el aeropuerto de Alvedro y que usan la que podría llamarse la entrada aérea de Ferrol. En el vuelo uno de los últimos días daba la impresión de que el piloto quería que los 106 pasajeros del avión procedente del aeropuerto de Barcelona vieran de cerca la ciudad. En realidad, el viento aconsejaba ir a esa altura, según apuntan los técnicos. Línea fronteriza Antes de llegar a Caranza, el vuelo tira hacia la derecha y sigue por la que podría ser la línea fronteriza entre Ferrol y Narón hasta llegar a San Juan; en este lugar gira otra vez con suavidad, como si quisiera coger otra carretera: la autopista de entrada al puerto, la AP9. Las grúas moviéndose en las nuevas edificaciones de la zona proxima a la residencia Arquitecto Marcide, los espacios verdes o los nuevos perfiles del viejo barrio de Canido van pasando bajo las alas hasta llegar, por encima de barrio de Ferrol Vello, al mar.
En ese momento un leve cambio de rumbo y el avión enfila la ría, ofreciendo una visión amplia, de conjunto, de toda ella, con los castillos un poco más allá, a derecha e izquierda, y la amplia bocana invitando a seguir volando, mar adentro. Es una de las mejores vistas del trayecto y cuando el vuelo es durante la tarde, con un poco de suerte se puede ver una espectacular imagen del sol hundiéndose en el mar. Hacia Mugardos De todos modos, sea la hora que sea, el espectáculo no dura mucho porque el avión sigue ruta y ya se dirige a Mugardos, dejando a su izquierda las instalaciones de Reganosa, cuya verdadera dimensión se percibe de una forma distinta, y mostrando nítidamente el último vial construído en la zona para enlazar por carretera con Ares y Mugardos. El pequeño puerto se hace minúsculo desde lo alto, antes de alcanzar la siguiente referencia que es Montefaro, desde donde el avión ya inicia su acercamiento al aeropuerto coruñés, con un nuevo giro en el que deja a la izquierda Chanteiro y permite ver, a la derecha, en toda su extensión la gran explanada y el espigón del puerto exterior de Ferrol.Claro que no siempre es así y en algunas ocasiones el avión sobrevuela las nuevas instalaciones portuarias antes de entrar en la bahía coruñesa.
Ocurre esto cuando la entrada en Ferrolterra no tiene lugar por encima de As Pías sino sobre Neda, sobrevolando también en estas ocasiones la zona más próxima a la autopista, una referencia desde el aire, y permitiendo ver a los pasajeros un histórico monumento como es el Mosteiro de Xuvia.Cada piloto tiene su ruta preferida, condicionada en parte por el tiempo, como demostró el del citado vuelo procedente de Barcelona que en toda la ruta a través del norte de España sólo indicó como referencia que «acabamos de pasar por Santo Domingo de la Calzada y nos dirigimos hacia La Coruña donde la temperatura....».El sitio ese de La Calzada no se ve desde el aire, pero Ferrol sí, y muy detalladamente; aunque no dispone de aeropuerto, la ciudad sí cuenta con su propia entrada aérea.
